domingo, 23 de julio de 2017


Una historia que resume la tragedia del país
Publicado en P/12 el 23/07/2017.

El nombre de “Ciudad Oculta” empezó a acompañar al de Villa 15 en 1978, cuando el intendente de Buenos Aires durante la última dictadura, Osvaldo Cacciatore, ordenó construir un muro para que los extranjeros que llegaban al país por el Mundial de fútbol no pudieran ver la villa.
El Barrio General Belgrano –ese es su nombre original–, surgió en 1937 cuando en la zona ubicada en el límite entre los barrios de Villa Lugano y Mataderos comenzó a ser poblada por obreros del Mercado de Hacienda de Mataderos y del frigorífico Lisandro de La Torre, en el contexto de una fuerte migración interna en el país desde las provincias a la capital.
Pero más de una década atrás, en 1923, se empezó a proyectar para esa zona la construcción de un Hospital de la Liga Argentina contra la Tuberculosis, luego de una epidemia de esa enfermedad que azotó a una enorme población del sur de la Capital Federal. Para la realización de la obra, la municipalidad donó un terreno fiscal ubicado en avenida Piedrabuena al 3200 y el Estado empezó a recolectar donaciones de sociedades de beneficencia. Sumado a esto, el diputado socialista Alfredo Palacios impulsó un proyecto en el Congreso Nacional para que el Estado destinara otra cantidad de dinero para el hospital. La construcción del edificio que hoy se conoce como el Elefante Blanco se inició finalmente en 1938. Para el año siguiente, la construcción ya había alcanzado el piso 14, pero al poco tiempo la obra se detuvo por falta de presupuesto.
Recién en 1948, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón, se retomó la construcción del edificio con el objetivo de convertirlo en el hospital más grande de América Latina. Sin embargo, el golpe de Estado del 55 interrumpió nuevamente la construcción, como también la obra de su edificio gemelo, el Hospital Pediátrico, ubicado en el barrio de La Paternal y conocido como Albergue Warnes, demolido en 1991. Con la Libertadora el Elefante Blanco quedó definitivamente abandonado.




“Acá en el pasillo somos todos unidos, trabajamos juntos desde hace mucho para armar el barrio”, comenta Luis. “Muchos son de otros países, vinieron a laburar acá y nosotros les dimos una mano. Acá no hay delincuencia ni nada; yo dejo el auto y nadie lo toca. Hicimos muchas obras que tendría que haber hecho el Estado, como las cañerías o las veredas. Y ahora vienen del gobierno pero para tirar abajo todo el trabajo que hicimos en años”, agrega. A lo largo del pasillo hay puertas de casas en planta baja y escaleras metálicas para llegar a las viviendas del piso de arriba. Se escucha, al fondo, el rebote de una masa y un cortafierros, seguido de breves desmoronamientos. Otra casa está en proceso de demolición. En frente de lo de Luis, en el espacio en el que vivía otro vecino, sólo quedan escombros. “Él había negociado, pero después se arrepintió. Se avivó de que con lo que le daba no hacía nada. Le dijeron que igual se tenía que ir porque sino lo desalojaban. El día que vino Larreta a hacer el acto, bien temprano derrumbaron su casa y varias otras”, cuenta Luis, y señala otros espacios rectangulares cubiertos de ladrillos rotos. De las doce casas que había en torno al pasillo quedan sólo seis. Lo que más preocupa a los que aún viven allí es una grieta que rodea el vértice de una estructura de ladrillos que es parte del Elefante, de la nave de entrada del edificio. “Están demoliendo todo así nomás. Mi miedo es que caigan escombros sobre mi casa con los derrumbes porque están los chicos”, dice. A cada golpe de maza en la construcción de al lado, la grieta expulsa piedritas y polvo de ladrillo; las paredes vibran. 

En 2012 el edificio volvió a cobrar resonancia, pero esta vez por el estreno de la película dirigida por Pablo Trapero y protagonizada por Ricardo Darín, titulada Elefante Blanco. El film se centra en la historia de un cura villero (Darín), un cura tercermundista francés, interpretado por el actor belga Jérémie Renier, y una trabajadora social que brinda asistencia en la Villa 15, Martina Gusmán. Los tres personajes se ven involucrados en conflictos relacionados a la situación social del barrio, a la relación con la Iglesia, con el Estado y con la policía.


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