sábado, 20 de mayo de 2017



En Mar del Plata, los silos forman parte de la postal del puerto local, aunque están ubicados en el acceso al mismo, y en poco tiempo más ya no se divisarán dibujados sobre el horizonte. Los mismos están establecidos sobre jurisdicción nacional y, ante el incumplimiento de la actual concesionaria -Elevadores Mar del Plata SA-, desde el Consorcio Regional del Puerto están trabajando para que pasen bajo la órbita de la provincia de Buenos Aires y así poder disponer de esa tierra.
Hasta tanto no se cumpla con ese trámite burocrático -los silos pertenecieron a la Junta Nacional de Granos y ahora dependen del Ministerio de Agroindustria de la Nación- no se puede actuar sobre ellos y la postal de la decadencia se apropió del edificio que -a pesar de no estar habilitado para tal fin- funciona como estacionamiento de camiones.
“Estamos con una acción de restitución, por incumplimiento de las condiciones de la concesión, que indicaban que el concesionario debía cumplir con el mantenimiento del lugar y mantenerlo en condiciones adecuadas y utilizables”, describió el presidente del Consorcio Regional Portuario, Martín Merlini.
Bajo el precepto de “normalización administrativa de los espacios portuarios”, siguiendo los lineamientos impulsados por la gobernadora María Eugenia Vidal, Merlini prescindió de dar plazos temporales pero adelantó que puede “concretarse en semanas” el traspaso de tierras, primero, y la posterior demolición.
La decisión de liberar el área y permitir la demolición de los silos está en manos del Gobierno nacional, encabezado por el presidente Mauricio Macri, curiosamente hijo del constructor de esa estructura que surgió a finales de la década del `50. Más allá de cualquier lectura psicológica, la cuestión es que el progenitor los construyó, ahora ¿el vástago autorizará la demolición? 



Cabe recordar que el área circundante a los silos, históricamente funcionó como espacio verde de esparcimiento recreativo y deportivo, como un verdadero pulmón a escala de todo el Puerto de Mar del Plata y también de la ciudad. Allí se encontraba instalada y en uso la cancha de fútbol del Club Ministerio, hasta el año 1977.    Lugar emblemático en la instalación de parques de diversiones y circos de distintos orígenes y características, algunos de los cuales siguen funcionando en la actualidad.
Retomando esta idea, con la propuesta de primero rescatar y luego generar  un espacio de uso y equipamiento público, ponemos en contraste el ejemplo de un tema ligeramente menor en escala en la ciudad de Rosario.
Bien podría considerarse el rescate de los silos (o parte de ellos) para alojar en ese emblemático lugar El Museo del Puerto, y en su entorno un real parque público a escala ciudad. La forma es cuando existe decisión política e ideas coherentes, se pueden producir hechos urbanos que trasciendan lo meramente formal y lo económico. Vaya pues el contrapunto. 



El Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino en la ciudad de Rosario,  debido a las constantes  incorporaciones de objetos de arte contemporáneo en su colección, gestiona el “macro”, (Museo de Arte Contemporáneo de Rosario), que se inauguró el 16 de noviembre de 2004.
En la búsqueda de un edificio para contener la colección, se eligió el edificio de los “Silos Davis”, que es una construcción de mediados  del siglo pasado, y  con una ubicación estratégica en Rosario por estar al borde del Paraná. La Municipalidad de Rosario los refuncionalizó y amplió para el emplazamiento del Museo.



El edificio, está formado por 8 cilindros de hormigón armado y una columna vertical, destinados para  almacenamiento de granos, hoy tiene 10 pisos, una explanada y un túnel para sus exhibiciones, además de almacén de obras de arte, tienda y servicios para el público. La colección posibilita  cruzar la producción artística local con lo nacional e internacional a partir de distintas miradas, para vincular la  diversidad de estéticas del presente.
El edificio original fue proyectado por el Arquitecto  Ermete de Lorenzi (1900-1971), uno de los más importantes arquitectos rosarinos del Siglo XX. Para el “macro” se  habilitaron 970 metros cuadrados correspondientes a los diez pisos, la columna vertical donde funcionaban las oficinas y una construcción  que recorre  los 8 silos a la altura de la séptima planta. Para una segunda etapa está previsto realizar el reciclado de los ocho cilindros que tienen  7,5 metros de diámetro cada uno.



El proyecto del Museo es de la Dirección de Proyectos Urbanos de la Secretaría de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario. Se preservó el edificio, resaltando las características propias del hormigón,   la austeridad como valor y manteniendo la estructura a la vista. Su fachada es pintada cada 4 años, sobre la base de proyectos elegidos por concursos nacionales. La primera vez fue en 2003 sobre la base de un proyecto perteneciente a la arquitecta rosarina Cintia Prieto.
El Museo cuenta con todos los servicios y posee un ascensor vidriado externo,  que permite acceder a increíbles  vistas de la ciudad, el río y las islas. Está climatizado, tiene sistema de control de incendios y de seguridad según las normativas internacionales para exhibición de exposiciones de arte.
Un verdadero ejemplo de refuncionalización y recuperación del patrimonio edilicio existente en una ciudad.


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