viernes, 12 de septiembre de 2014
PROHIBIDO VIVIR AQUÍ
El título de la nota no es casual, es nombre de un documento que nos refresca situaciones vividas, investigadas, descriptas y planteadas realmente con tanta precisión a la fecha, sobre el accionar de la última dictadura militar en los desalojos, expulsiones y erradicaciones forzosas de asentamientos poblaciones de laburantes, gente humilde y desplazados sociales. Aquellos a los que la mayoría denominan villeros.
Ese texto fue escrito y desmenuzado por el periodista y escritor Eduardo Blaustein, publicado en el 2001. (1) Parte de sus relatos se revivirán hoy, no por recordarlos nostálgicamente sino por su actualidad y vigencia.
“Prohibido Vivir Aquí”, de pasado reciente, Prohibido Vivir Aquí, de hoy y ahora, nuevamente presente. Cambió el contexto, la realidad nacional y latinoamericana, y también los interlocutores, pero el mismo resultado.
A que nos referimos…. Se han desarrollado notoriamente en los últimos años, una serie de desalojos producidos con inusual represión y violencia, por integrantes de “fuerzas de seguridad” de distintas jurisdicciones. Según lo conocido por los medios de comunicación (y el espacio disponible en esta nota), relataremos los sitios que pueden ser los más emblemáticos, representativos de otros tantos, y no casualmente el cualquier lugar (CABA); Parque Indoamericano (estimadas más de 2.500 familias, en Villa Soldati, noviembre-diciembre 2010, 5 muertos y 40 heridos) y Barrio Papa Francisco (estimadas 700 familias, en linderos a la Villa 20 en Villa Lugano, febrero-agosto 2014, 2 muertos y 35 heridos). Convengamos que en centros urbanos de importancia; Córdoba, La Plata, la periferia de Rosario, Mar del Plata, el oeste de Neuquén o el conurbano bonaerense. También se da esta situación, solamente que con cajas de resonancia y expansión mediática muy reducidas, o ninguneadas.
Que es lo que sucede… Cuando la ciudad se transforma en una postal para ser visitada por los turistas y celebrada por actores sociales dominantes, la ciudad se comprime, el precio del suelo se va por las nubes y junto a ello, el precio de los alquileres. El mercado inmobiliario y sus desarrolladores [un refugio de la especulación, la corrupción política, la oportunidad para lavar dinero procedente de mercados ilegales o informales, las rentas de otras rentas; pooles de siembra y engorde de ganado, y sumado a ello la evasión impositiva] empuja a los pobres a seguir amontonándose en parcelas que vienen ocupando hace décadas. La urbe se verticaliza y cada nueva generación será otro piso en la villa o en el asentamiento. Los countries y complejos comerciales privados son una valla de contención que impide acceder a nuevas tierras. En esas circunstancias no hay demasiadas opciones; apiñarse o empezar a ocupar los predios degradados, sea en zonas inundables o contaminadas, es decir, en aquellos terrenos que no sirven para valorizarse ni para blanquear dinero a través de dudosos fideicomisos.
La ciudad se comprime y, mientras tanto continúan arribando inmigrantes en busca de mejores y nuevas oportunidades.
Inmigrantes del interior expulsados por la modernización agraria que se reedita ahora con la sojización y los feedlots. Pero, además, inmigrantes de países vecinos, porque es sabido que estamos en un país dispuesto a recibir y cobijar a todas las personas de bien que quieran habitar el suelo argentino. (2)
¿O que esperan que haga la gente sin recursos, sin apoyo, ni opciones…? ¿Qué se evapore….?
Hombres y mujeres que, por las condiciones residenciales en las que se encuentran (muchos no tienen aún la documentación requerida para obtener la residencia permanente), no pueden hacer valer sus derechos y se transforman en la mano de obra barata que emplean algunos mercados legales e informales para optimizar sus ganancias. Prueba de ello es lo que sucede en la construcción y, sobre todo, en los quince mil talleres textiles informales que existen (solo) en la ciudad de Bs.As., donde se calcula que trabajan actualmente más de quince mil trabajadores extranjeros en condiciones precarias.
Por esa misma razón, estos inmigrantes tampoco suelen contar con garantías inmobiliarias que les permita acceder al mercado formal de alquileres, por lo cual tampoco pueden transformarse en inquilinos. Así, se vuelven otra vez objeto del aprovechamiento, solo que esta vez en la misma villa. Allí, no se necesitan garantías hipotecarias, los precios serán más o menos los mismos, inclusive más altos que en el resto de la ciudad.
Solo en la CABA existen 26 asentamientos precarios y 16 villas miserias, y sus habitantes oscilan los 400.000 hab. “El mercado inmobiliario sin control eleva los precios de los alquileres de las zonas residenciales de la ciudad y coloca a creciente cantidad de personas en situación de déficit habitacional”. Cuando el Estado no interviene, lo hace tímidamente o no reglamenta, cuando no hay gestión o los presupuestos no se ejecutan como corresponde, el mercado pone el precio, empuja más fuerte y sigue excluyendo. Paralelamente la actitud de intervención contradictoria del Estado, tomándose todo el tiempo del mundo, volviendo a los individuos objeto de la violencia institucional, con brutalidad policial, las burocracias administrativas, el clientelismo político y la indiferencia judicial. Por una parte buscando proteger derechos y por el otro mandando desalojar a los vecinos de los predios. El desalojo violento del Barrio Papa Francisco pasado recientemente, es prueba de ello. Un desalojo se sostiene y alimenta en una serie de prejuicios que tienden a asociar la inseguridad al delito, el delito a las incivilidades, y estas a la droga; la violencia y las malas juntas de los habitantes de estos territorios. Hay una relación entre los desalojos, la discriminación y la represión. Se habrá preparado el terreno para que las policías locales, provinciales y federales, se ensañen con los actores más vulnerables de la ciudad. Los pobres, en particular los jóvenes, los marginales, siguen siendo el mejor chivo expiatorio para saciar el resentimiento de una sociedad cada vez más temerosa y atrincherada. (3)
“Gente pobre con uniforme, golpeando a gente pobre con hambre, para beneficiar a gente rica sin uniforme ni hambre”. Intentaba (iluso) con un cartel concientizar o velar su consigna, antes que las Fuerzas Policiales con 2.000 efectivos y maquinarias, desataran una represión para desalojar 700 familias a la intemperie, a la nada.
Continuará……….
Por “C-C”, Arq. Norberto Lemmi.
(1).- Eduardo Blaustein. “Prohibido Vivir Aquí”. 2001. Comisión Municipal de la Vivienda (CABA). Argentina. Ver en Etiquetas el texto del libro.
(2).-Rodríguez Alzueta, Esteban. Opinión. Semanario Miradas al Sur. Año 7, N° 328. 31/8 al 06/09/14. Argentina
(3).- Ídem 2.-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario