miércoles, 3 de septiembre de 2014

INUNDACIÓN



Uno. El vivir en zonas marítimas hace que ciertos acontecimientos se tornen más habituales, sobre todo en lo que respecta a cuestiones meteorológicas. La persistencia de viento, las sudestadas, los llamados “chaparrones de verano”, las crecientes marinas extraordinarias, etc., forman parte  del vocabulario de los habitantes permanentes de estos lugares. 
La tormenta de Santa Rosa, es una expresión  popular que se utiliza para designar una serie de factores climáticos desfavorables que se desarrollan en el hemisferio sur, en un lapso de entre 5 días antes o 5 días después de cada 30 de agosto, fecha correspondiente a la festividad de Santa Rosa de Lima, “Patrona de las Américas”. Bueno, hace solo unos días pasó por acá [entre el 22 y el 26 de agosto pasados] caracterizada por abundante y violentas lluvias, tormentas eléctricas, fuertes y sostenidos vientos,  como también paralelamente intenso  oleaje marino de grandes proporciones.
Toda la zona sufrió los embates de ella, y como casi siempre sucede hubo sectores de la ciudad de Mar del Plata que la pasaron mal, pero muy mal. Es más, algunos todavía intentan sobreponerse al saldo de sus agresivos embates.



Al disiparse los nubarrones y después de las críticas jornadas, la caída de árboles, de columnas  de alumbrado y postes de tensión eléctrica, parte del agua no se retiró (o escurrió hidráulicamente) de forma relativamente rápida,  por el contrario se anegaron barriadas enteras. La Herradura, Parque Hermoso, Autódromo, Parque Palermo, Villa Evita, Nuevo Golf, Newbery, y la Cuenca del arroyo del Barco, son barrios que lo sufrieron en carne propia. 
¿La tormenta de Santa Rosa? No. ¿Entonces, cuál es el común denominador para que estas situaciones se sigan reiterando? Varias y recurrentes;  vivir en la periferia y alejados de la ciudad postal, la falta de obras planificadas y construidas para que todo el partido tenga una aptitud hidráulica adecuada, erradicar el estigma de suburbio=pobreza, y definir una amplia política medioambientalmente sostenible.
 Ojalá nos equivoquemos, pero todo lo descripto no hace más que presagiar que esos vecinos, desgraciadamente [sin la correcta intervención del Estado] lo volverán a sufrir en un futuro incierto.



Dos. El pasado 31 de agosto, en un matutino marplatense, bajo el título de “Simulacro de Inundación….”, se publica una nota que desarrolla la intención de las autoridades  institucionales municipales, con el complemento de estamentos provinciales en la temática, de propiciar la realización de un simulacro de inundación urbana. Entre los fundamentos se explicita que, ante el creciente cambio climático imperante y sus consecuencias sobre los centros urbanos (léase el saldo de la última inundación de la ciudad de La Plata, hace aproximadamente un año) hacer interactuar los  sistemas de emergencia civil, reacción y prevención de catástrofes,  más otros tópicos sanitarios de urgencias, etc., etc.




Una semana antes a la publicación, como veíamos, según cifras periodísticas se evacuaron 300 personas, y de acuerdo a lo expresado por entidades vecinalistas y ONG’S, se autoevacuaron más de 400 familias. Entre esos datos salientes la mayoría expresó la intención de no producir el abandono de sus viviendas, lo considerable de las pérdidas materiales y el desconocimiento absoluto de un protocolo de evacuación y los lugares previstos para ello. Una vez  más, la total solidaridad entre vecinos. O sea, cuando hubo inundación, institucionalmente no existió un Plan de contingencia, un sistema de ayuda organizado a los damnificados, pero  sí mucho voluntarismo. 
¿No hubiera sido la mejor  excusa y oportunidad para poner en práctica un Plan real de asistencia a los sectores más desprotegidos?  A tan solo una semana del meteoro, aunque los funcionarios piensen en la  “teoría de acción de un simulacro”, creemos que fundamentalmente hacen falta obras hidráulicas desde el inicio mismo de las cuencas y cauces de escurrimiento, e insistimos en acortar la brecha existente centro-periferia, y el desequilibrio urbano entre vecinos de una misma ciudad.




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