martes, 12 de julio de 2022



Con el nacimiento y/o fundación de parajes, poblados y ciudades, existen características geográficas propias del lugar en donde se ubiquen. Pareciera obvio [y a veces no tanto] el respeto por las necesidades que requieran cada uno de esos sitios, por ejemplo; si el suelo pertenece a una planicie o como llamamos comúnmente “llanura”, o si por el contrario corresponde a una zona montañosa u ondulada por sierras circundantes, o ambas situaciones en forma amalgamada. Poseer agua dulce superficial [fundamental para la vida y asentamientos humanos] en forma y desarrollo de ríos, lagunas y arroyos. Bueno, esas son las características que presentaba el lugar al que nos referimos, inicialmente allá por 1850 con los primeros en ubicarse en la bahía de la Sierra de los Padres [respetando los pueblos originarios que en forma nómade ya estaban hace 8.000 años atrás] hoy Mar del Plata en el sudeste bonaerense de la Argentina.

Primeramente, media docena de construcciones precarias dieron el marco de lo que fue el saladero de carne vacuna perteneciente al portugués Coelho de Meyrelles y los suyos, al borde mismo del Arroyo las Chacras, a escasos doscientos metros de la playa en la costa misma del Océano Atlántico y en el sector relativamente más alto de la planicie, recostado sobre la sierra del Volcán que se hundía en el mar. La idea pareció sencilla, agua dulce para vivir, pastura para animales, zona alta y no inundable, piedra como suelo firme y el mar navegable como medio de comunicación con el puerto de Buenos Aires. Y así arrancó el incipiente paraje, con un arroyo como columna vertebral del trazado urbano que terminaría siendo con el correr de los años, el centro turístico y de producción más importante de la provincia misma.

En el año 1874 se dará aprobación gubernamental al plano y traza del ejido urbano base, con amanzanamientos, calles y avenidas, plazas, lotes, chacras y quintas como primera subdivisión del suelo para el asentamiento de la población. En dicho trazado efectuado por el agrimensor Carlos de Chaperouge, existe una conjunción de el clásico damero colonial, y alguna influencia europea en cuanto al extenso paseo costero que ya tenía jurisprudencia de ciudades del otro continente.
En ese devenir el Arroyo serpenteante, siempre formó parte a cielo abierto, del trazado y disposición del espacio de escurrimiento de aguas que provienen del interior de la zona, estando su ubicación en el microcentro de la localidad ante el imparable avance del desarrollo inmobiliario residencial, que ubicó a la ciudad en el primer lugar a nivel latinoamericano entre los años 1910/1930 y 1950/1970.

La expansión y el desarrollo que impuso el modernismo, no siempre se tradujo en mejora de la calidad de vida del conjunto de la población y en la toma de decisiones más acertadas en materia urbana. Al amparo de una supuesta “modernidad y progreso”, se firmó el certificado de defunción del Arroyo las Chacras a cielo abierto, comenzando desde la misma desembocadura en el mar hacia el interior el progresivo y paulatino entubamiento, perdiendo de esta forma no solo la riqueza de ese cauce natural, sino también a contribuir en la contaminación de esas aguas proveniente de cauces menores y desagües naturales de aguas de lluvia.
Proponemos a partir del presente trabajo, impulsar su descubrimiento a cielo abierto como lo fue originalmente, al menos en la traza que contempla sus últimos 1200 metros, teniendo en cuenta que a nivel de superficie no implicará la desafectación de espacios y vías públicas que constituyen las Diagonales Pueyrredón y Alberdi, incluyendo el paso por la Plaza San Martín, eje del Centro Cívico de la localidad.

Tomemos como dato comparativo otro ejemplo, a nivel nacional y con una propuesta diametralmente opuesta a la de Mar del Plata. Ciudad capital de Córdoba, Arroyo La Cañada es un curso de agua natural que originariamente contó con un desarrollo que atravesó el centro y parte de la periferia de la trama hasta desembocar en el Rio Suquía que atraviesa toda la localidad, como acuífero de mayor importancia y caudal.
En este caso se han realizado las obras de equipamiento urbano para el correcto perfilamiento del cauce, brindando a su vez toda la riqueza ambiental que este arroyo conlleva, y la convivencia en una ciudad de las características, densidad, patrimonio y propuestas urbanas – arquitectónicas que la distinguen.

Y en otras circunstancias y latitudes, también tenemos ejemplos de cursos de agua que estuvieron desde el origen de los tiempos, con la diferencia que los asentamientos urbanos fueron acompañando sus recorridos, enriqueciendo el paisaje urbano y revitalizando sus existencias, sean arroyos, ríos y espejos de agua en sí. Inclusive el desafío actual en muchos de esos casos, reside en su saneamiento ambiental, su cuidado ante un bien natural escaso y su reformulación en materia de diseño incorporando equipamiento urbano público a diferentes escalas y usos según los casos.

Como mencionábamos, las Diagonales Pueyrredón y Alberdi, y la fundacional Plaza San Martín que poseen de las superficies adecuadas, en la actualidad carecen de la refuncionalización necesaria para que la ciudadanía se apropie de dichos espacios, haciéndose imperioso comenzar a retomar conceptos tan fundamentales como Memoria, Equilibrio y Patrimonio. Resulta imperioso poner pronto en agenda un tema tan importante como el presente, dado que la especulación inmobiliaria expulsa el carácter inclusivo en el microcentro, vaciándolo paulatinamente de población estable, de usos públicos concretos y privilegiando las inversiones de unidades habitacionales que en gran porcentaje se encuentran deshabitadas. Sería importante volver a los orígenes de la ciudad misma, para lo cual la presencia del Estado con el desarrollo y aplicación de Políticas Públicas, es imperioso e imprescindible.


Para “C-C”, Arq. Norberto Lemmi

Referencias; - Imágenes de archivo: fotosviejasdemardelplata.blogspot.com

                     - Imágenes actuales de producción propia.

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