martes, 25 de agosto de 2015

Continuando con la intención de visibilizar “los porqué y el después” de las inundaciones que se  produjeron en distintas localidades de Argentina, fundamentalmente en la Pcia. de Buenos Aires, nos parece importante mostrar distintas opiniones respecto de ellas. Hoy otra postura para analizar, directamente ligada al sitio y su medio.

Basta de construir sobre los humedales



Por Federico Tártara

Los empleados de La Basílica bajan las mesas y sillas que, de manera urgente y casual, fueron colocadas entre los tirantes del techo de la tradicional cafetería de Lujan. Sobre una de las mesas está el suplemento “Countries” del diario Clarín, el título de tapa lo dice todo: “De los barrios cerrados a los megaemprendimientos”, una paradoja enorme para los tiempos que corren. “Acá, donde estamos charlando, hubo 40 centímetros de agua” dice Sergio Frascaroli, referente de la agrupación Vecinos Inundados de Luján, que desde 2012, batalla junto a sus pares, contra las aguas que los azotan, primero cada dos años y ahora cada menos de 12 meses.

– ¿Cómo nació Inundados de Luján?
– A partir de la primera inundación que sufrimos, en noviembre de 2014, nos empezamos a juntar para ver qué estaba pasando, ¿por qué nos inundábamos 3 ó 4 veces al año? Y no teníamos ninguna respuesta racional, ni siquiera de los funcionarios. Entonces, fuimos estudiando el río. Por mi cuenta ya había visto que había varias modificaciones en la cuenca, porque soy piloto aficionado desde los 17 años observaba irregularidades, pero no las atribuía a nada en especial. Los vecinos nos fuimos agrupando. También empezamos a juntarnos con gente especializada, incluso nos reunimos con los ingenieros del Instituto Nacional del Agua. Y aparecieron las cosas irregulares.

– ¿Cuáles, por ejemplo?
–Canales río arriba en los que drenan muy rápidamente los arroyos tributarios del Río Luján, para desagotar con mucha fuerza las aguas de los campos. Por eso hicimos un relevamiento importante de la cuenca superior en los partidos de San Andrés de Giles, Suipacha, Chacabuco, Mercedes y algunos más. También comprobamos que hay muchos arroyos que a veces son del mismo ancho que el cauce principal del río.

– ¿Los canales clandestinos están sólo en esta zona? ¿En la zona agropecuaria?
–Como es una zona muy plana, sin esos canales es difícil el drenaje, se forman unas especies de lagunas en los campos, y permanecen meses, hasta que los suelos las absorben. Pero en época de lluvia, una cosecha se puede llegar a perder por no poder evacuar. Ahí es cuando aparecen los canales clandestinos, no reconocidos por la autoridad del agua. Cuando fuimos a La Plata, nos dijeron que iban a investigar, a comprobar la existencias de esos canales; también nos dieron formularios para completar y hacer las denuncias.

–¿Tuvieron alguna otra respuesta por parte del Estado?
–Sí, una que es muy importante, que es la sanción de una Ley, que se votó en el Senado en marzo de este año, que sanciona a los dueños de los campos. Sin embargo, no se hicieron relevamientos de los canales clandestinos y, en segundo lugar, la sanción económica no es la solución. Nuestra posición es que, si los canales ya están hechos y no se puede tapar, hay que construir un sistema de compuertas, para que ante lluvias torrenciales como las que estamos pasando, las ciudades no se inunden. Comprendemos a los dueños de los campos, que pierden, como pierde el ciudadano común, pero ellos se pueden recuperar, el ciudadano común, no.

– ¿Es por este tema que el agua se mantiene en la ciudad de Luján?
–En realidad, lo que estos canales provocan es que el agua llegue rápido al río y, por lo tanto, a la ciudad. Tenemos otro factor: al ser río de llanura y con poca pendiente, no tiene capacidad de escurrimiento, entonces el agua se queda mucho tiempo en Luján. Por otro lado, el hecho de que los puentes no tienen la luz para casos extraordinarios de tormenta y sumado a que en la zona de Pilar, Escobar y Tigre se han construido emprendimientos sobre el valle de inundación del río, esto hace que su curso colapse en la cuenca media. Esta es una ciudad antigua, que se construyó muy cerca del río, para tener fácil acceso al agua dulce. Antes teníamos este tipo de crecidas y desbordes cada 20 ó 30 años, ahora las tenemos 3 ó 4 veces al año. Es decir, lo que podría haber pasado en 75 años sucede en un solo año.

– ¿Cuál es el efecto de los barrios cerrados como San Sebastián o Verazul, ¿inciden directamente en la inundación?
–No se sabe cómo fueron aprobados, porque por ley no tendrían que estar ocupando los humedales del río. Pero ahora ya están, están instalados y se instalaron mal. Nosotros reclamamos que, desde este momento, no se siga construyendo un solo centímetro más sobre los humedales. Porque si no, confina a la ciudad de Lujan a vivir permanentemente con agua. Van a transformar una ciudad turística, en una ciudad devastada.

– ¿Crees que se pueden frenar este tipo de proyectos?
–Se pueden frenar. Es necesaria voluntad política, que se tenga una política de Estado con respecto al río Lujan. Que el gobierno que venga siga la misma política del que estaba. Por eso nosotros nos agrupamos y damos tanta discusión sobre el tema. Ahora, prácticamente todo el país sabe la problemática del río Lujan.
En este lugar en el que estamos hablando, hubo 40 centímetros de agua, pero los más vulnerables son los barrios periféricos, les queda la casa tapada bajo el agua. Hay que pelear para conseguir obras, ya que Luján se va a inundar siempre, pero no se tiene que inundar como se i-nunda ahora. Además, hay barrios periféricos que no se inundan por el río, sino por los arroyos que no pueden drenar sus aguas. Es algo gravísimo, estamos batiendo récords; la del año 2014 había sido la más grande en 30 años, y la de este año la superó. Por supuesto, no queremos que el año que viene suceda lo mismo.

– ¿Cómo fueron los primeros momentos de esta inundación?
–En realidad, los primeros momentos son desesperantes, porque la única ayuda que tenés es la de los bomberos voluntarios, un trabajo heroico.

– ¿Se pudieron juntar entre vecinos en estos días?
–No, la verdad es que estamos en un momento posinundación. Es el peor momento, peor que la inundación. Vos tenés incertidumbre cuando está subiendo el río y desesperación cuando llega el agua, la gente se resigna; después de la i¬nundación es cuando viene la depresión y la angustia.

– ¿Cómo se sigue?
–Esto tiene que ser un punto de inflexión para que los funcionarios destinen las inversiones que corresponden para obras y no derivarlas a otras cosas o subejecutarlas. Se sabe lo que hay que hacer. También hay que planificar y toda planificación significa controlar.

Publicado en el semanario “Miradas al Sur” el 23/08/15


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